Escrito por Soraya Solange el 16 de Enero
Tenemos la capacidad de indignarnos cuando alguien viola nuestros derechos o somos víctimas de la humillación, la explotación o el maltrato. Poseemos la increíble cualidad de reaccionar más allá de la biología y enfurecernos cuando nuestros códigos éticos se ven vapuleados. La cólera ante la injusticia se llama indignación.
Algunos puristas dirán que es cuestión de ego y que por lo tanto cualquier intento de salvaguardia o protección no es otra cosa que egocentrismo amañado. Nada más erróneo. La defensa de la identidad personal es un proceso natural y saludable. Detrás del ego que acapara está el yo que vive y ama, pero también está el yo aporreado, el yo que exige respeto, el yo que no quiere doblegarse, el yo humano: el yo digno. Una cosa es el egoísmo moral y el engreimiento insoportable del que se las sabe todas, y otra muy distinta, la autoafirmación y el fortalecimiento del sí mismo.
Por desgracia no siempre somos capaces de actuar de este modo. En muchas ocasiones decimos “sí”, cuando queremos decir “no”, o nos sometemos a situaciones indecorosas y a personas francamente abusivas, pudiendo evitarlas ¿Quién no se reprochado alguna vez a sí mismo el silencio cómplice, la obediencia indebida o la sonrisa zalamera y apaciguadora? ¿Quién no se ha mirado alguna vez al espejo tratando de perdonarse el servilismo, o el no haber dicho lo que en verdad pensaba? ¿Quién no ha sentido, así sea de vez cuando, la lucha interior entre la indignación por el agravio y el miedo a enfrentarlo?
¿Por qué nos cuesta tanto ser consecuentes con lo que pensamos y sentimos? ¿Por qué en ocasiones, a sabiendas de que estoy infringiendo mis preceptos éticos, me quedo quieto y dejo que se aprovechen de mí o me falten al respeto? ¿Por qué sigo soportando los agravios, por qué digo lo que no quiero decir y hago lo que no quiero hacer, por qué me callo cuando debo hablar, por qué me siento culpable cuando hago valer mis derechos?
Para pensar: ¿Te humillas demasiado? ¿Los demás te manipulan? ¿Temes herir los sentimientos de los demás si eres sincero? ¿Eres capaz de expresar la ira de un modo socialmente adecuado, de oponerte, de expresar una opinión contraria?
Saludos, Soraya.
Escrito por María Del Carmen --- el 16 de Enero |
Decir no es tan fácil o tan difícil como decir sí. Todo depende del objeto directo de la acción. Basicamente de lo que se trata es de ser fiel y coherente consigo mismo antes que con nadie, porque si no se cae en una enajenación, se deja de ser el propio yo para ser el otro, para ser lo que el otro quiera.
-Pienso que el sentimiento que va unido a decepcionar a los demás es expresión de la bondad del ser humano, pero hay que ser buenos pero no tontos. Así que las cosas que hay que hacer y decir hay que hacerlo, aunque no necesariamente haya de ser brusca la persona en su expresión. Hay que tener compasión, y eso es: padecer con; hay que tener caridad, pero hay que estar en el propio centro y no dejar que nadie manipule.
.-Muchas veces se nos presentan casiones divergentes en las que debemos responder de acuerdo con nuestra conciencia, la respuesta no debe ser lo que los demás quieran, lo establecido, lo que se espera; sino lo que verdaderamente es, lo que verdaderamente yo soy, lejos de lo que los demás opinen o dejen de opinar. En sí y el no son aseveraciones íntimas que no deben participar de influencias externas para que puedan ser realmente auténticas.
.-Evidentemente el factor miedo a ser rechazado está sin duda presente. Pero... , pensad, qué actuación de cualesquiera de las que hagamos no está sujeta a la visión y a tantos puntos de vistas y criterios como ojos que nos miran... , es dificilísimo, es imposible agradar a todo el mundo. Para no fallar la receta está en actuar de acuerdo únicamente con nuestro convencimiento personal.
.-También está presente el tema soledad Soraya, no se te escapa una, eh ¡¡ ... Pero decidme: ¿Es que no nacemos y morimos solos?... , pues entonces... ¡¡ .
.-No hay que tener miedo a decir no, hay que ser valientes, coherentes, hay que ser personas hechas y derechas y no debemos consentir que otros quieran tomarnos por una cruceta con hilos que pretenden atar a nuestro ser. NO ¡¡ . No lo consintais porque perdeis identidad, es como una traición a sí mismo.