Escrito por María Del Carmen --- el 25/07/2010 en
En tu interior esta la respuesta" Analicemos este tema entre todos
En el interior está la respuesta.
El interior del hombre es lo que verdaderamente es, sin cáscara, sin aditivos ni colorantes. Su esencia.
Según decía Agustín de Hipona, el hombre obtiene la felicidad de Dios y esta felicidad es Dios mismo. Para él la felicidad es el gozo de la verdad y no puede ser dichoso quien no posee lo que ama. Aunque se puede amar sin poseer lo que se ama en función del ejercicio del desapego. Si se ama, se quiere lo mejor para…, entonces si lo mejor está fuera del individuo, éste debe comprender, saber ver qué es lo que realmente quiere; quien ama no está en primer lugar, sino en segundo…
Por otra parte, dichoso es sólo quien posee todo lo que quiere y no quiere nada malo o no quiere nada más, decía Agustín de Hipona. No hay felicidad verdadera si no es eterna, decía también. Por eso sólo Dios y no los bienes temporales, puede hacernos felices. Se supone entonces que aquí sólo poseemos la felicidad en esperanza.
San Agustín diferencia las cosas que deben ser amadas por sí mismas, como un fin al que llegar y del que gozar y las cosas que son medios para el fin y de las que solamente debemos servirnos. COSAS NO SERES. Si nos quedamos en los medios nunca llegaremos a poseer la verdadera felicidad según esta teoría. La historia será así el contraste dramático entre dos amores: de sí y de Dios. Dependiendo del amor que elijamos llegaremos a ser felices o no.
Por eso la respuesta está en el interior, porque debe pronunciarse nuestra necesidad, nuestro deseo, nuestra voluntad, nuestra inteligencia…, porque son dones que tenemos, en nuestro interior, son expresión del alma; y el alma es parte de la ENERGÍA creadora que nos dio el SER. Nuestra existencia es parte de la EXISTENCIA. Pero sin aditivos ni colorantes, sin la cáscara, siendo lo que realmente somos, extrayendo de todo esto la esencia, cuyo lugar es nuestro interior.
Saludos. MCarmen
El interior del hombre es lo que verdaderamente es, sin cáscara, sin aditivos ni colorantes. Su esencia.
Según decía Agustín de Hipona, el hombre obtiene la felicidad de Dios y esta felicidad es Dios mismo. Para él la felicidad es el gozo de la verdad y no puede ser dichoso quien no posee lo que ama. Aunque se puede amar sin poseer lo que se ama en función del ejercicio del desapego. Si se ama, se quiere lo mejor para…, entonces si lo mejor está fuera del individuo, éste debe comprender, saber ver qué es lo que realmente quiere; quien ama no está en primer lugar, sino en segundo…
Por otra parte, dichoso es sólo quien posee todo lo que quiere y no quiere nada malo o no quiere nada más, decía Agustín de Hipona. No hay felicidad verdadera si no es eterna, decía también. Por eso sólo Dios y no los bienes temporales, puede hacernos felices. Se supone entonces que aquí sólo poseemos la felicidad en esperanza.
San Agustín diferencia las cosas que deben ser amadas por sí mismas, como un fin al que llegar y del que gozar y las cosas que son medios para el fin y de las que solamente debemos servirnos. COSAS NO SERES. Si nos quedamos en los medios nunca llegaremos a poseer la verdadera felicidad según esta teoría. La historia será así el contraste dramático entre dos amores: de sí y de Dios. Dependiendo del amor que elijamos llegaremos a ser felices o no.
Por eso la respuesta está en el interior, porque debe pronunciarse nuestra necesidad, nuestro deseo, nuestra voluntad, nuestra inteligencia…, porque son dones que tenemos, en nuestro interior, son expresión del alma; y el alma es parte de la ENERGÍA creadora que nos dio el SER. Nuestra existencia es parte de la EXISTENCIA. Pero sin aditivos ni colorantes, sin la cáscara, siendo lo que realmente somos, extrayendo de todo esto la esencia, cuyo lugar es nuestro interior.
Saludos. MCarmen